Artistas plásticos, actores, investigadores, coleccionistas, aprendices. Estas y muchas otras personas han conformado el público que Galería el Attico ha nutrido a lo largo de más de tres décadas, para dar conocer el arte nacional y regional. Sin duda, uno de los principales puntos de encuentro que ha permitido mostrar las obras de decenas de creadores. Muchos de ellos han pasado a ser parte del mosaico de la historia del arte contemporáneo guatemalteco.
En lo personal, esta galería significa para mí el encuentro con los amigos: Guillermo Monsanto y Luis Escobar, a quienes conozco desde pequeña, cuando llegaban a la casa a compartir alguna cena en familia, con conversaciones amenas y divertidas. Luego, en la adultez, para acompañarlos en la inauguración de algunas exposiciones, en donde siempre encontré un abrazo fraterno. Esto lo alterné con mis visitas como periodista con Willy, con quien entablé largas entrevistas que eran auténticas cátedras personalizadas sobre la historia del arte guatemalteco.
Las anécdotas sobre la vida de los artistas se sumaron al apoyo incondicional de imágenes de obras digitales que complementaron varios reportajes publicados en medios impresos.
La simbiosis que han logrado Luis y Willy ha convertido la Galería El Attico y el Centro de Documentación en espacios que van más allá del mercado del arte. Además de las muestras, capacitan y ahora se reinventan. Son de esas pocas islas que, en el mar de la indiferencia estatal, le apuestan a la cultura como un recurso vital para seguir en pie.
Ana Lucía González
Periodista
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