La obra de Ana Lorena se presenta durante el mes de febrero en el Salón del Coleccionista. Titulada “al natural”, presenta una línea compositiva naturalista, femenina, íntima y hasta melancólica. Se apoya en elementos como el formato circular, los colores matizados de forma delicada (que incluso dan una apariencia de postales de los años 20), textura y el elemento figurativo, esencia de la obra.
Esta es una colección que se apoya en formatos grandes pero también los hay en polípticos, organizados ellos, para construir el diálogo con el público. La invitación es, pues, la contemplación de la vida femenina en sus diversas etapas, mediante un ciclo de regeneración y evolución, no ausente de nostalgia, alegría y gracia, así como coquetería incluso.
¿Es esta una serie biográfica de la artista? A primera vista, nos ofrece una impresión de retroceso en el tiempo, con referencias a las postales románticas que acompañan textos de amor o de distancia que son difusos, nos habla del pasado y de los ciclos. De esta manera, la artista nos relata su pensamiento profundo, donde aparecen incluso, ciertos trazos de haber pertenecido a una vida anterior, a la época de los artistas como el checo Alfonso Mucha o de Gustav Klimt y sus hermosas féminas.
De esta manera, flores, aves y naturaleza rodean la figura mimética de una Ana Lorena, que nos habla de romance y poesía, no de la que comúnmente pudiera pensarse, no. Se trata de una que habla directamente a la parte femenina de todo ser humano, a ese eco de la belleza que se encuentra en los detalles y no en el portento, no en las letras sino en los símbolos codificados en un gesto, en un matiz.
Fotografía: Selvin García